sábado, 13 de mayo de 2017

Lumidoll: la prostitución de las muñecas de silicona

Recientemente hemos visto en numerosos medios, tanto prensa escrita, online e incluso televisión, una noticia que nos ha llamado la atención sobremanera: Abre en Barcelona el primer burdel con muñecas de silicona o TPE.

Si señores, la prostitución ha llegado al mundo de las muñecas de silicona. Una prostitución que ha durado poco por varios motivos (no confirmados, ojo, solo son rumores):

1- Poco cuidado de los clientes con las muñecas de silicona
2- Ausencia de permisos o licencias para la actividad

El cierre de Lumidolls y el anuncio de una nueva apertura inminente con más fuerza que antes ha desatado un debate muy interesante:

¿La higiene es suficiente como para que una muñeca pase por manos de desconocidos?
¿Hay riesgo de contagiar una enfermedad de transmisión sexual?
¿Es aconsejable un uso personal y solo personal de una muñeca de silicona?
¿Es un precio adecuado pagar 80 o 100 euros por sexo con una muñeca de silicona?

Entramos en el campo de las opiniones. Cada cual tiene la suya, obviamente. La nuestra, como expertos y conocedores del universo real dolls, es la siguiente:

Evidentemente no todo el mundo tiene a su disposición 2000 euros para adquirir una muñeca de silicona y todo el mundo tiene derecho a poder gozar de una real doll si lo desea. En este sentido el formato alquiler estaría bien con un pequeño matiz: hablamos de prácticas sexuales. No se trata de alquilar un coche, una herramienta de trabajo o un castillo hinchable. Es un poco desagradable pensar que una muñeca, que no deja de ser un trozo de plástico con un esqueleto de metal, ha sido penetrada por una persona desconocida y en ese mismo orificio de plástico vas a introducir tu miembro posteriormente, ¿hasta qué punto te puede resultar repulsivo? Depende de lo escrupulosa que sea cada persona. ¿Hasta qué punto puedes contagiarte de una enfermedad? Depende del uso (si se usa o no preservativo) y de que la limpieza sea realmente desinfectante y antibacteriana y no simplemente "una toallita y agua".

Una muñeca de silicona es algo muy personal, como una maquinilla de afeitar,  ropa interior o un cepillo de dientes.  La idea de poner un burdel de muñecas sólo sería correcto si de verdad se pudiese controlar el uso que se hace de las muñecas pero al ser privado, ¿quién nos asegura que se respeten las indicaciones de higiene y uso? Como muestra la noticia: el mismo día de su apertura una de las muñecas fue destrozada.



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